Introducción:
A lo largo de la historia, han coexistido diversas explicaciones para el acto de enfermar y diferentes estrategias para recuperar la salud, teniendo ejemplos en nuestras ciudades de prácticas en salud altamente tecnológicas, al lado de prácticas que involucran sobanderos, curanderos y otras alternativas de gran acervo popular.
En occidente, por ejemplo... de gran raigambre cristiano, las invocaciones a santos y santas son comunes en momentos de dolor, sufrimiento, enfermedad y peligro de muerte. No escapa a esto la Odontología, dentro de la cual se venera a Santa Apolonia como la Patrona de los Odontólogos y las Enfermedades Dentales.
Este ensayo hace una breve revisión de los hechos históricos que condujeron a la canonización de Santa Apolonia. A continuación, se examina la importancia de la figura histórica de Santa Apolonia en el campo de la Odontología, haciendo énfasis en la particularidad histórica que implica el hecho de que el culto a una figura venerada en la religión cristiana esté tan estrechamente relacionado con las enfermedades dentales.
SANTA APOLONIA:
En tiempos del Imperio Romano, cuando la religión católica empezaba a florecer y era practicada en la clandestinidad, periódicamente se llevaron a cabo persecuciones, torturas y asesinatos contra los cristianos y su religión, quienes fueron convertidos en chivos expiatorios frente al creciente descontento social.
Durante estas persecuciones, surgieron muchos mártires creyentes de la fe cristiana y que preferían entregar su vida antes que renunciar a su religión.
Cuando corría el año 249 D.C., el gobernador de Alejandría, influenciado por un consejero que se hacía llamar Divino, ordenó injustas represalias contra los cristianos y su religión ya que, según este, los cristianos atentaban contra el Imperio y su monarca. |
|
|
Durante las festividades conmemorativas de alguno de los innumerables dioses que veneraban, azuzó a las turbas paganas haciendo que la agitación del populacho irreligioso subiera a una gran altura, lo cual terminó provocando muerte y destrucción a los cristianos que allí vivían, no sin antes cometer ultrajes sangrientos contra ellos.
Ante esta situación, los Padres de la Iglesia mantenían comunicación entre ellos mediante cartas. Es en una de tales cartas que se conoce de una mujer llamada Apolonia, hermana de un eminente magistrado de Alejandría, virgen de avanzada edad que siempre se caracterizó por las virtudes de castidad, piedad, caridad, austeridad y limpieza de corazón.
Contrariamente a lo que la leyenda y las representaciones iconográficas describen, Apolonia no era una bella joven de rostro angelical, provista de una hermosa cabellera, sino una mujer de edad avanzada.
La carta que por primera vez menciona a Apolonia fue enviada por San Dionisio, Obispo de Alejandría, a Fabio, Obispo de Antioquía, en la cual explicaba las terribles persecuciones que tuvieron lugar en su ciudad, dentro de las cuales destaca el martirio sufrido por Apolonia.
Durante las pesquisas que sucedieron a los disturbios Apolonia fue arrestada y conminada a que renunciara a su creencia cristiana y profesara el paganismo, o de lo contrario sería quemada viva en la hoguera. Como ella no quisiera abjurar de su fe cristiana, la sometieron a horribles torturas para que repitiera después de ellos palabras impías que consistían en una serie de improperios y blasfemias en contra de Cristo.
Al negarse ella a tal cosa, sus verdugos y la turba se enojaron y un despiadado perseguidor de cristianos le lanzó un poderoso golpe a la cara haciéndole perder algunos dientes.
|
|
|
Luego, durante el martirio al que fue sometida esta virgen anciana, le fueron arrancados los dientes restantes uno por uno, tormento que Apolonia resistió con gran entereza. Ella, con la cara sangrienta, no escuchó ni obedeció a sus torturadores y éstos, en vista de que no conseguían conmover su fe, decidieron amenazarla con una enorme hoguera a las puertas de la ciudad, advirtiéndole que si no rechazaba a Cristo, sería quemada atada a un palo.
Exhausta, Apolonia les hizo suponer que iba a obrar conforme se le proponía y pidió que le desataran las manos, luego de lo cual elevo sus últimas plegarias al cielo, y ofreció su sacrificio a Dios con las siguientes palabras: "Que aquellos que hagan memoria con devoción de la intensidad del dolor que sufro ahora, no sientan más los dolores de dientes".
Ante la negativa de Apolonia a abjurar de su fe tras pronunciar estas palabras, la pira fue encendida, y en menos de lo esperado ella salta por voluntad propia a la hoguera ardiente para evitar renunciar a su religión.
Según la leyenda, mientras se consumía en el fuego gritó de nuevo que los que padecieran de dolor de dientes invocaran su nombre, pues ella intercedería ante el Todopoderoso para aliviar sus penas y librarlos del sufrimiento.
De esta manera ofrecía su dolor propio por el de quién pudiese sufrirlo después. Los perseguidores y el gobernador quedaron atónitos al ver, que a pesar del fuego, las llamas no la consumían ni le hacían daño alguno.
Ante este prodigio trataron incansablemente de golpearla para que muriera, teniendo finalmente que degollarla para lograr darle muerte.
Cincuenta años después y de acuerdo a la tradición y a la usanza de elevar a la categoría de Santos a los hombres y mujeres que fueron victimas de persecución y martirio, Apolonia fue canonizada. Su día de veneración en el santoral de la Iglesia Católica corresponde al 9 de febrero. A pesar de que la Santa era de oriente, es venerada por la Iglesia Occidental mas que por la Iglesia de Oriente. Esta ultima interpreto el acto de valentía de Santa Apolonia como un suicidio.
|
|
|
Fue San Agustín quién explicó años más tarde, al citar la historia de Santa Apolonia en el primer libro de la "Ciudad de Dios", que durante el tiempo de la persecución ciertas mujeres santas impulsadas por el fervor del espíritu santo se zambulleron en el agua con la intención de barrerse por las olas y se ahogaron, conservando así su castidad amenazada.
Es por esto que la intrépida acción de Santa Apolonia al lanzarse a las llamas debe ser entendida como acto invocado por el Espíritu Santo más que como un suicidio, lo cual le mereció ser llevada a la categoría de Santa. Al pasar los años, la leyenda se apodero de esta muerte y a Apolonia le fue reconocido el poder de curar no solamente el dolor de dientes, sino también las debilidades del alma.
A pesar de esto, Apolonia fue olvidada durante un largo periodo de tiempo y no reaparece en la liturgia católica sino hasta el siglo XIV, cuando curiosamente y por coincidencia eran exhibidas en toda Europa reliquias de Santos y Santas, sobretodo mandíbulas y dientes. El Papa Pío VI quedó asombrado por el insólito número de restos tan bien conservados encontrados en las recientes excavaciones de las iglesias.
Redescubierta la historia y el contexto de Santa Apolonia, pasa a ser entonces la patrona de quienes ejercían el oficio de dentistas en aquel tiempo. Cabe mencionar que figuras similares a Santa Apolonia existen en otras culturas, particularmente en el folclor de algunos pueblos orientales. Por ejemplo, en Katmandú en la calle en la que tradicionalmente han ejercido los dentistas se prepara una estatuilla vestida con ornamento, del cual no se acuerdan más que los charlatanes.
Los Nepaleses que sufren dolor de muelas plantan un clavo en el bosque que rodea a la estatua y creen que por medio de este ritual el dolor desaparece. Otra caso que puede ser mencionado es el de una fiesta en Ceylan, la Aperahera, de más de dos mil años de tradición, la cual se celebra cada año durante diez días y diez noches. Las procesiones coloreadas con el resplandor de las llamas y de las antorchas están organizadas con ostentación en honor del diente de Buda, reliquia sagrada conservada en Kandy en el célebre templo del diente.
Este rito de las reliquias de los santos y particularmente de sus dientes, parece universal. Una anécdota muy reciente a propósito del párroco de Ars, que no carece de interés, cuenta que este hombre, al igual que los demás mortales, perdía sus dientes con regularidad. Una de sus feligresas, que se dio cuenta, al ver que ella poseería un día las inmejorables reliquias iba comprándolos a medida que se iban cayendo. |
|
|
A los que se asombraban, el cura de Ars les explicaba: «seguramente los vendo caros, pero es para los pobres».
La celebración del Día Panamericano de la Odontología, presenta una oportunidad inmejorable para reflexionar sobre la vigencia que tienen en nuestra sociedad los imaginarios y las representaciones sociales sobre el proceso salud-enfermedad y en particular aquellos ligados al fenómeno religioso.
Es evidente que recientemente estas manifestaciones culturales han tomado un gran auge, presumiblemente como respuesta al hecho de que los conocimientos derivados de la ciencia y la tecnología no responden a las expectativas de la población en cuanto al hecho de enfermar o morir. Como profesionales en formación, es nuestro deber entender las diferentes lecturas que sobre la salud y la enfermedad poseen nuestros pacientes y nosotros mismos, para que desde una perspectiva universal y holística sea siempre posible dar cabida a las diferentes posiciones y construir así no solo un discurso sino una practica de atención integral de calidad.
Alonzo JC. Santa Apolonia. Odontología Ejercicio Profesional 2002;3(11): http://www.odontomarketing.com (10.11.2002)
Ir a la edición de Noviembre del 2002 Revise otros artículos