Introducción:
La halitosis es un cuadro que se
presenta en un 25% de la población asociado a distintos factores etiológicos,
siendo que casi el 90% de ellos se vincula a factores orales, principalmente a
la presencia de ciertas bacterias en el dorso lingual. Otras causas están
relacionadas al consumo frecuente de alimentos con especies o condimentos
odoríferos, el abuso de bebidas alcohólicas, alteraciones nasofaringeas o a
trastornos en el aparato digestivo y de otros, como en el caso de la
metilaminuria. También hay mal olor bucal vinculado a alteraciones psicógenas
(pseudohalitosis y halitofobia) y al uso de algunos medicamentos (1,2,3,6).
La difusión que ha tenido el
tema en los medios de comunicación ha experimentado un crecimiento
considerable y por ello, cada día más prácticas incorporan el tratamiento de
la halitosis como un producto más de la gama de servicios dentales que ofrecen
y se incrementa el mercado de productos para su prevención y tratamiento, como
enjuagatorios bucales, cepillos linguales, gomas de mascar y otros (6).
Sus implicancias tanto en la
psicología de las personas, como en su desenvolvimiento social y laboral son
cada día más reconocidas por la sociedad y en contraposición, se acepta que el
odontólogo promedio no viene aprovechando ésta oportunidad de aumentar la
venta de sus servicios profesionales.
Los microorganismos, los
responsables
Como es sabido, la causa más
frecuente del mal aliento (halitosis) es la presencia de ciertos
microorganismos en el tercio posterior del dorso lingual, bolsas periodontales
y espacio interproximal, que tienen la particularidad de producir compuestos
odoríferos volátiles luego de la proteólisis de aminoácidos, principalmente
cistina y metionina (6).
Las principales bacterias
implicadas en el cuadro son: Fusobacterium nucleatum, Prevotella intermedia,
Tannerella forsythensis, Prophyromonas gingivalis, Treponema denticola y
algunas especies de Veillonella. Además, otro hecho interesante es que se ha
evidenciado a través de cultivos de pacientes con halitosis, una mayor
cantidad y variedad de microorganismos, tanto gram positivos, como gram
negativos, lo cual sugiere que el cuadro es el resultado de un ecosistema
vinculado a una compleja interacción bacteriana (1,6).
El diagnóstico se realiza en
base a un cuestionario que identifique la historia de la condición, su inicio,
duración y gravedad desde el punto de vista del paciente y preferiblemente de
los familiares. Además, se incluye el examen de las condiciones dentarias y
periodontales del paciente y la toma de radiografías buscando evidenciar
defectos alveolares, restauraciones defectuosas, caries secundaria y otros.
Y además, se cuenta con instrumentos especialmente diseñados para identificar
y medir la emanación de compuestos odoríferos, como la evaluación
organoléptica, el halimeter, la cromatografía (6).
El tratamiento inicial de la
halitosis consiste en la eliminación de estas bacterias y los métodos incluyen
tanto el uso de antimicrobianos, como la limpieza mecánica. Sin embargo, las
evidencias apuntan que ésta reducción bacteriana inicial es transitoria, pues
existe en la mayoría de los casos una repoblación por parte de los patógenos y
la aparición de nuevos signos de mal aliento. En muchos casos, el éxito
del tratamiento se basa en el diagnóstico integral que se debe hacer, en
función de determinar la presencia de condiciones sistémicas que estén
originando o agravando el cuadro (1,2,6).
Por ello, se viene proponiendo
una terapia enfocada a la repoblación de la lengua por otras especies
bacterianas inocuas y que además sean capaces de inhibir el crecimiento de los
agentes causales de la halitosis (2).
La perspectiva del paciente
Como en muchas otras
especialidades de la de la Odontología, la perspectiva del paciente respecto a
su enfermedad no siempre es compatible con la presencia de signos clínicos al
examen especializado. Cuando se hace un examen organoléptico clínico y se
coteja con resultados de encuestas a los pacientes respecto al mal aliento, se
evidencia que existe un 5.81% de las personas con diagnostico de halitosis,
que no se percatan de la presencia de mal aliento probablemente por un
mecanismo de adaptación y un 5.56% de gente considera que tiene mal aliento, a
pesar de sus condiciones orales saludables y la inexistencia de mal olor bucal
(4).
Por ello, el odontólogo debe
incluir una serie de estrategias en su proceso de comunicación con el
paciente. Se hace crucial incluir la pregunta: ¿considera Ud. que tiene mal
aliento? o similares en la anamnesis regular de los pacientes y buscar
evidenciar del mismo modo, indicadores de halitosis en el examen bucal
rutinario.
¿Es posible el contagio de
bacterias generadoras de mal aliento de mascotas a las personas?
Otro aspecto que podemos
considerar y comunicar a nuestros pacientes es el hecho de que se ha reportado
que existe una asociación estadísticamente significativa entre la presencia de
halitosis en el hombre, con la tenencia de mascotas en el pasado o la
actualidad. Y también que es sabido que muchas de las bacterias implicadas con
la producción de mal olor están presentes de manera natural en la cavidad
bucal de los animales (5).
Conclusiones y recomendaciones
En el tema del mal olor bucal, el odontólogo tiene frente a si una importante
oportunidad para aumentar las perspectivas de su práctica odontológica y las
bases para identificar, examinar y dar tratamiento con buenos resultados están
enfocadas hacia la implementación de un óptimo sistema de información y de la
aplicación de una óptima comunicación con el paciente.
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